Crucero hacía la Antártida, toda una odisea

Realizar un crucero hacía el continente blanco es un viaje que pocos turistas pueden realizar. No solamente por el coste que tienen este tipo de viajes, sino por lo dificultosos, largos y duros, en muchas ocasiones, que resultan.

En los últimos años se han proliferado los cruceros hacía la Antártida, una tierra poco explorada que ofrece sus cruceros desde el mes de marzo hasta el mes de noviembre, ya que luego los meses de diciembre, enero y febrero son muy dificultosos debido al frío temporal en la zona.

Los cruceros hacía la Antártida parten desde la ciudad Argentina de Ushuaia, denominada como el fin del mundo, aunque lejos de la realizad el denominado “fin del mundo” se encontraría todavía en latitudes más bajas. Unos 1000 kilómetros son los que separan Ushuaia de la Antártida, la tierra del hielo.

Estos viajes suelen durar entre poco más de una semana hasta las tres semanas en el caso de los más largos, y no solo se realizan en embarcaciones a motor tipo grandes trasatlánticos, sino también en embarcaciones más pequeñas como veleros.

Lo ideal es realizar el crucero en un barco tipo rompehielos como el Sampo, que tenga una capacidad para algún centenar de pasajeros y que ofrezca además de aventura una amplia guía de todo el itinerario.

Un viaje o una odisea

El crucero por la Antártida se inicia en la mayor parte de los casos desde el puerto de Ushuia (Argentina), tras embarcar a los pasajeros se inicia el recorrido hacía las frías aguas de la Antártida. El temido cruce del pasaje Drake será el momento culminante de esta navegación, dos días enteros para llegar hasta las tierras blancas de la Antártida.

Una vez que se ha llegado al noreste del continente Antártico se desembarca a los pasajeros en botes tipo zódiacs para explorar más de cerca todo el territorio. Durante todo el viaje podremos avistar multitud de especies, aves y todo tipo de mamíferos.

Un viaje apasionante hacía un territorio de momento poco conocido, una experiencia única que aunque sea una odisea vale la pena vivirla.