La historia del Queen Mary

Además del Titanic, el crucero más conocido de la Cunard LIne fue sin duda el Queen Mary, bautizado así en honor a la reina inglesa María de Teck. Sus dimensiones eran escalofriantes en la época y todavía hoy podría competir con los mayores barcos, 300 metros de eslora lo convertían en el segundo barco más grande del mundo únicamente detrás del Normandie. 

Fue construido en los astilleros de John Brown & Co (Glasgow) y botado a mar en 1936. Durante el acto de botadura se produjo una curiosa anécdota, pues en el clásico rompimiento de la botella de champagne sobre el casco del buque no fue del todo exitosa pues la botella no se rompió sino que rebotó, lo que provocó la sonrisa en la reina. 

Disponía de hasta diez cubiertas y en su interior podía acoger hasta dos mil pasajeros sin impedir poder alcanzar hasta 32 nudos de velocidad. Entre 1938 y 1952 tuvo el privilegio de llevar consigo la famosa banda azul, un reconocimiento que antaño se otorgaba a los buques crucero que cruzaban a mayor velocidad la travesía atlántica que separaba Europa de América.

Precisamente esa travesía sirvió para que en 1939 miles de pasajeros decidieran huir de Europa viendo la aproximación de una temible guerra que ya era inminente. Fue entonces cuando el Queen Mary pasó de ser un lujoso buque de crucero de línea irregular para convertirse en un barco militar.

Para ello se substituyeron algunos espacios interiores por camarotes inmensos en los que se colocaban literas. Las piscinas exteriores fueron substituidas por espacios donde se colocaron cañones y su aspecto exterior cambió completamente pintándose su casco de color gris y llamándose popularmente como el fantasma gris. Su capacidad paso de 3000 personas hasta las mas de 16000. En sus múltiples viajes durante la guerra se estima que llegó a transportar a más de un millón y medio de personas.

En 1946, y tras la finalización de la Guerra Mundial, fue devuelto a sus propietarios e inicio nuevamente las típicas travesías por el atlántico donde tuvo pasajeros tan ilustres como el duque de Windsor y su esposa, la actriz Greta Garco, el elegante Clark Gable, el magnate Aristóteles Onassis, el bailarín Fred Astaire o la recién fallecida Liz Taylor.

En el mes de septiembre de 1967 el Queem Mary realizó su último viaje, un viaje inolvidable en el que su buque gemelo Queen Elizabeth también decía adiós. Ambos partieron de dos puntos opuestos: America y Europa, y se encontraron en medio del océano en el que tras varias sirenas ensordecedoras se despidieron para siempre.

Tras llegar a América y después de más de treinta años de navegación el Queen Mary fue comprado por una compañía que hizo del buque un bonito hotel-museo en California que permite todavía a día de hoy poder contemplar el emblemático barco. 

Imagen del Queen Mary convertido en hotel-museo

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