Interesante artículo que publicaron en el día de ayer en el suplemento Viajar del Wall Street Journal. ¿Por qué volar pudiendo ir en barco?...Es cierto, aunque volar es el medio de transporte más rápido para cruzar el océano atlántico, no resulta ni mucho menos la opción más cómoda.
Hace años y con el boom de las compañías aéreas viajar en avión resultaba toda una experiencia. De hecho, los viajes en buques trasatlánticos pasaron a un segundo plano, la posibilidad de viajar rápidamente de un lado a otro del atlántico resultaba muy llamativo, rápido y conveniente.
Hoy en día las cosas han cambiado, los viajes en avión resultan totalmente estresantes desde días antes de embarcarse: los múltiples controles de acceso, la limitación del peso de las maletas, la pésima comida que se sirve a bordo, el servicio poco atento, el aire acondicionado que o bien se excede o en ocasiones ni funciona, la incomodidad de apenas poder moverte de una pequeña butaca, además de los continuos retrasos, esperas, etc,
En definitiva, un sinfín de detalles que hacen que el viaje en avión acabe siendo bastante tortuoso.
Por eso, muchos pasajeros, que sobre todo no viajan al otro lado del atlántico por temas de negocios, sino por puro placer vacacional, últimamente están eligiendo la opción de los cruceros trasatlánticos. Son muchos los barcos que sobre todo, al finalizar la temporada alta en Europa, realizan la tradicional travesía atlántica en sus cruceros de posicionamiento.
Estos cruceros, que no son mas que inicios de temporada en otras zonas, resultan bastante económicos sin perder ni un ápice del servicio que se brinda normalmente a bordo.
Ahora bien, si quieres embarcarte en una naviera que tenga como línea regular un crucero trasatlántico, elige Cunard. La famosa compañía de cruceros británica a través de su buque más emblemático, el Queen Mary 2, realiza de forma regular la travesía tradicional entre los puertos de Southampton y Nueva York. En fin, la ruta que a principios del siglo XX realizaban las principales compañías de crucero como la White Star Line y el famoso Titanic, que por desgracia no pudo concluir.
El viaje resulta más largo, sí, pero como se disfruta. Durante 7 noches, que es lo se tarda en cruzar el atlántico en el Queen Mary 2, el pasajero tiene la posibilidad de disfrutar del viaje, de no preocuparse de las maletas, de darse un buen baño en la piscina de la cubierta exterior mientras navega por el atlántico, de saborear la exquisita cocina que se sirve a bordo, de tener un servicio totalmente atento que solucionará cualquier duda o problema que nos surja, en definitiva de poder atravesar el atlántico sin tener ninguna preocupación y dejando de lado el estrés del avión.
Teniendo en cuenta que estos cruceros en la actualidad resultan bastante económicos, ¿no es mejor esta opción que la de embarcarse en un avión?